CORAZÓN DE TINIEBLAS
JOSHUA ISAÍAS GARCIA CABRERA
EL ESTUARIO DEL TÁMESIS SE PROLONGABA FRENTE A NOSOTROS
COMO EL COMIENZO DE UN INTERMINABLE CAMINO DE AGUA. A LO LEJOS EL CIELO Y EL
MAR SE UNÍAN SIN NINGUNA INTERFERENCIA, Y EN EL ESPACIO LUMINOSO LAS VELAS
CURTIDAS DE LOS NAVÍOS QUE SUBÍAN CON LA MAREA PARECÍAN RACIMOS ENCENDIDOS DE
LONAS AGUDAMENTE TRIANGULARES, EN LOS QUE RESPLANDECÍAN LAS BOTAVARAS
BARNIZADAS. LA BRUMA QUE SE EXTENDÍA POR LAS ORILLAS DEL RÍO SE DESLIZABA HACIA
EL MAR Y ALLÍ SE DESVANECÍA SUAVEMENTE. LA OSCURIDAD SE CERNÍA SOBRE GRAVASEN,
Y MÁS LEJOS AÚN, PARECÍA CONDENSARSE EN UNA LÚGUBRE CAPA QUE ENVOLVÍA LA CIUDAD
MÁS GRANDE Y PODEROSA DEL UNIVERSO.
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