CORAZÓN DE TINIEBLAS

 JOSHUA ISAÍAS GARCIA CABRERA

EL ESTUARIO DEL TÁMESIS SE PROLONGABA FRENTE A NOSOTROS COMO EL COMIENZO DE UN INTERMINABLE CAMINO DE AGUA. A LO LEJOS EL CIELO Y EL MAR SE UNÍAN SIN NINGUNA INTERFERENCIA, Y EN EL ESPACIO LUMINOSO LAS VELAS CURTIDAS DE LOS NAVÍOS QUE SUBÍAN CON LA MAREA PARECÍAN RACIMOS ENCENDIDOS DE LONAS AGUDAMENTE TRIANGULARES, EN LOS QUE RESPLANDECÍAN LAS BOTAVARAS BARNIZADAS. LA BRUMA QUE SE EXTENDÍA POR LAS ORILLAS DEL RÍO SE DESLIZABA HACIA EL MAR Y ALLÍ SE DESVANECÍA SUAVEMENTE. LA OSCURIDAD SE CERNÍA SOBRE GRAVASEN, Y MÁS LEJOS AÚN, PARECÍA CONDENSARSE EN UNA LÚGUBRE CAPA QUE ENVOLVÍA LA CIUDAD MÁS GRANDE Y PODEROSA DEL UNIVERSO.

EXISTÍA ENTRE NOSOTROS, COMO YA LO HE DICHO EN ALGUNA OTRA PARTE, EL VÍNCULO DEL MAR. ADEMÁS DE MANTENER NUESTROS CORAZONES UNIDOS DURANTE LARGOS PERIODOS DE SEPARACIÓN, TENÍA LA FUERZA DE HACERNOS TOLERANTES ANTE LAS EXPERIENCIAS PERSONALES, Y AUN ANTE LAS CONVICCIONES DE CADA UNO. EL ABOGADO EL MEJOR DE LOS VIEJOS CAMARADAS TENÍA, DEBIDO A SUS MUCHOS AÑOS Y VIRTUDES, EL ÚNICO ALMOHADÓN DE LA CUBIERTA Y ESTABA TENDIDO SOBRE UNA MANTA DE VIAJE.
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